LA IMPRONTA DE UNA ÉPOCA

Se dice que una escritura es el reflejo de su autor, pero el grafismoes mucho más. Gracias a élpodemos averiguar aspectos de una época, de una sociedad yde un entorno.

 

No podemos olvidar que antes de que la rúbrica en su globalidadfuera señalada como un refugio psicológico, fue un elemento gráfico que revestía de importancia al escribiente.

Como cabía esperar, esto no se cumplede manera estricta, pues aunque determinados gestos sean parecidos, la plasmación de personalismos supone una evolución, observándose estotambién en el artículo Yo el rey, historia firmada.

Dando un salto temporal hacia el siglo XIXy principios del XX, independientemente de la evolución de los útiles de escritura, observamos una normalización de trazos, pues se pasa de rasgosde autoafirmación con claras tendencias instintivas y materiales, auna épocaen la que el concepto estético-quecontinúa muy vivo-evolucionahacia el refinamiento y laintrospección personal además de una mayor realización.

Este tipo de escritura no tieneque ver exclusivamente con el romanticismo, ya que estos autores, aunque contemporáneos en su mayoría, pertenecen a diferentes movimientos.

Fundamentalmente, en comparación con la primera época expuesta, el concepto de formación y analfabetismo ha cambiado, pues el hecho de conocer “las cuatro reglas”–como dirían nuestros antepasados-ha sido ampliamente superado, ya que los estudios universitarios no quedan limitados a las clases pudientes. Por tanto, ya entrados en el siglo XX no tiene lugar la ortodoxiaescritural basada en la artificiosidad alpredominar el carácter caligráficopersonalizado, reflejo de la multiplicidadde pensamiento que constituyenuestra sociedad.

En este caso, sin dejar de ser una firma sencilla en la que se muestra un carácter fuerte además de mantenerse fiel a su pincelada, observamos que con el tiempo el famoso pintor malagueño se vuelve más pragmático al tiempo quegana en originalidad.

En cambio, la normalización de rasgoses tal que el artistaSalvador Dalí encuentra en el útil escritural un pincel con el que se muestra comounapersona con unaincontenible capacidad teatral.

Por lo expuesto hasta el momento, a partirdel siglo XX encontramos una variedad escritural que no sería imaginable en otro tiempo.