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23
Ene
Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial CaligraficoEL CASO DREYFUS (SEGUNDA PARTE)

EL CASO DREYFUS (SEGUNDA PARTE)

Caligrafía, Grafología, Historia, Pericia Caligráfica, Pericialescaligrafosmadrid.com

PERITOS Y PERICIALES

Obviando los evidentes motivos raciales, lo que se pretende en este artículo es poner en relieve los errores cometidos en las investigaciones que atañen al caso. Dreyfus.

El primer aspecto a tener en cuenta está relacionado con la muestra caligráfica tomada a Dreyfus el 15 de octubre de 1894, pues si efectivamente se sospechaba de un grupo de militares que trabajó en las diferentes secciones del Estado mayor, la actuación correcta hubiera sido tomar un cuerpo de escritura a cada uno de ellos; lo que nos lleva al error de enfoque de las autoridades, ya que en ningún caso se pensó que el culpable pudiera estar entre las personas que trabajaron en el contraespionaje, como así sucedió.

¿Quién era Esterházy?

Ferdinand Walsin Esterházy nació en París el 16 de diciembre de 1847, en el seno de una familia de la aristocrática húngara.

Comenzaría su trayectoria profresional permaneciendo en el ejército francés entre 1865 y 1869, para ingresar posteriormente en los zuavos pontificios. Cuando volvió a Francia se dedicó al espionaje en la guerra Franco-Prusiana de 1870, posteriormente, gracias a sus contactos familiares, entraría en la legión extranjera, ascendería a teniente, y sería destinado a Marsella y Túnez entre los años 1885 y 1888.

La incompatibilidad entre el sueldo oficial del ejército y el lujoso estilo de vida que tanto apreciaba, le llevó a contraer cuantiosas deudas, llegando a divorciarse de su esposa al despilfarrar su dote. Por ello, con el fin de solucionar sus problemas económicos, en 1892 llegó a ofrecer sus servicios como espía al Imperio Alemán. A partir de ahí ya conocemos la historia, pero lo que no comenté, es que Esterházy nunca fue juzgado gracias a los contactos de su familia. De hecho, tras confesar la autoría del bordereau, escapó a Inglaterra, donde continuó con sus actividades antisemitas.

Por otro lado, antes de entrar a analizar los peritos y metodología, cabe recordar que entre los expertos intervinientes, solamente dos tenían formación en grafología, mientras que los demás no pasaban de ser aficionados influidos por Bertillón.

¿Quién era Bertillon y su actuación en el caso Dreyfus?

Alphonse Bertillon policía, antropólogo y criminólogo.

Aciertos y errores aparte, es considerado como el padre de la ciencia forense; impulsor del primer Laboratorio de Policía Científica; la ficha policial mediante la antropometría, la fotografía signalética (de frente y de perfil), el retrato hablado (descripción del individuo) y anotaciones cromáticas; todo ello sin olvidar el álbum DKV, sistema recopilatorio por orden alfabético de fotografías de delincuentes.

El método antropométrico fue la continuación del trabajo de su padre, el antropólogo Louis Adolphe Bertillón. Se basaba en la casi imposibilidad de que dos individuos tuvieran las mismas medidas, por ello, consideraba importante la longitud de extremidades, busto, cabeza, y apéndices del cuerpo a partir de los 21 años, edad en la que consideraba invariables la extensión de los miembros corporales, al haber alcanzado el máximo desarrollo óseo.

El método vigente durante 30 años, se vería cumplimentado primero, y posteriormente relegado por otra ciencia identificativa, la dactiloscopia.

Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial Caligrafico

 

Su punto de vista científico, y su barroco discurso, convencieron a las autoridades para consultarle, sin embargo no tenía formación en grafología, ni había realizado un informe hasta el momento; hechos que se evidenciaron en este proceso, ya que además de emplear un intrincado y subjetivo método métrico, adujo que al tratarse de un manuscrito realizado sobre papel cebolla, calcó su propia letra, al tiempo que intencionadamente modificaba la morfología de determinadas letras, detalle que ralentizaría el ritmo de escritura, Sin embargo Crepieux- Jamin calificó la escritura
como “naturaleza ágil y suelta”

Entre todos los peritos a los que recurrió Matheu Dreyfus, merece capítulo especial Crepeux- Jamin, ya que puso de manifiesto la visión individual de la escritura, en la que ademas de analizar la morfología, se estudiarían sutilezas relativas al tamaño, presión, o ritmo entre otras, anticipando junto a Michon lo que actualmente conocemos como método grafonómico.

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Por tanto, si el curso de los acontecimientos no se hubiera visto obstaculizados por la terquedad de las autoridades, este caso no hubiera pasado a la historia, ya que el manuscrito se realizó con letra propia.

Sería fácil achacar el error a anticuados sistemas de análisis, pero dudo que se utilizara método alguno, si tenemos en cuenta que los peritos oficiales que intervinieron en el acto judicial, no tenían preparación alguna y simplemente se dejaron influir por Bertillón, mientras que los peritos a los que recurrió Matheau Dreyfus que analizaron la escritura desde las reproducciones de los periódicos, fueron capaces de llegar a una conclusión diferente e intuir las singulares formas propiciadas por la reconstrucción del documento original.

Sin embargo, en el proceso si hubo una falsificación y esta no fue el bordereau, sino el conocido como “falso Henry”.

Si leemos el artículo anterior, recordaremos que Picquart dejó de tener la custodia de las informaciones procedentes de la embajada alemana, circunstancia que aprovechó su sucesor Henry, para elaborar y añadir alguna prueba contra Dreyfus.

Henry escribió con su propia letra el texto, utilizando el encabezado y la firma de una carta escrita por Panizzardi a Schwatkoopenen/(oficiales italiano y alemán), pues era de todos sabido en el servicio de estadística, que ambos mantenían una relación íntima, y en su correspondencia intercambiaban información procedente de sus respectivos espías.

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Las cuadriculas del encabezado y pie del documento hacen suponer que no pertenecen al mismo soporte que el resto del comunicado

Es cierto que se trata de una operación muy burda, pero era muy normal que los documentos interceptados por los espías tuvieran que ser reconstruidos, como el bordereau, que tuvo que ser reparado al estar dividido en seis pedazos.

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11
Ene
Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial CaligraficoEL CASO DREYFUS (PRIMERA PARTE)

EL CASO DREYFUS (PRIMERA PARTE)

Caligrafía, Grafología, Historia, Pericia Caligráfica, Pericialescaligrafosmadrid.com

¿CONSPIRACIÓN O SUCESIÓN DE ERRORES?

La división de la sociedad francesa de finales del siglo XIX y principios del XX, fue de tal magnitud, que aún hoy se sigue hablando de ello, tanto desde el punto de vista histórico como desde el punto de vista del derecho; pero en realidad la raíz del escándalo tuvo lugar mucho antes de que la traición tuviera lugar.

En 1871 Francia perdió las regiones de Alsacia y Lorena en favor de Prusia tras la derrota sufrida en el conflicto que ambos países iniciaran el año anterior. Desde ese momento todo lo relacionado con los teutones sería observado con recelo, creando un caldo de cultivo al que se le suma el creciente antisemitismo y sus ramales mediáticos. Una vez puestos en antecedentes y antes de entrar en el caso, es necesario hablar sobre el presunto culpable

¿Quién era Alfred Dreyfus?

Vino al mundo el 9 de octubre de 1859 en el seno de una familia acomodada de origen hebreo afincada en la población de Mulhouse (Alsacia).

En el año 1872, tras la derrota francesa, y la ocupación prusiana que le sobrevendría al territorio, la famila Dreyfus abandonaría su lugar de origen.

Cuando tuvo la edad suficiente, Alfred, francófilo convencido se decidió por la ciudadanía francesa, y en 1882 ingresaría en el Ecole Politicnique con el fín de entrar en el ejército, su trayectoria era prometedora y obtendría el grado de capitán, posteriormente ingresaría en la Escuela de Guerra. En 1883 entraría en el estado mayor como oficial en prácticas.

Tras ser declarado culpable del delito de alta traición, el 5 de enero de 1895 fue degradado en el patio de la Escuela de Guerra ante todos sus compañeros, cuando tuvo ocasión de hablar dijo “Soldados, están degradando a un inocente, están deshonrrando a un inocente, viva Francia”. Posteriormente cumpliría sentencia en la isla del Diablo, la menor de las islas Salvación, frente a la Guayana Francesa

El escándalo

En Francia la paranoya contra todo lo proveniente de alemania era palpable, lo que trasladado a las altas esferas suponía entrar en un intrincado juego de espias, y eso fue exactamente lo que sucedió. Todo comenzó cuando en septiembre de 1894, Mary Bastian, asistenta e informante del contraespionaje francés, vaciando la papelera del despacho del agregado alemán en París, encontró un manuscrito sin firmar,el cual se dio a conocer como el “bordereau”.

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El contenido de la nota detallaba una serie de secretos militares a los que sólo tenían acceso los miembros del estado mayor, concretamente aquellos que debían de haber servido en todas las secciones del mismo. Entre los nombres que barajaron, salió a relucir el del único judio nacido en territorio aleman, Alfred Dreyfus.

El comandante Du Paty, aficionado a la grafología y director de la investigación, estaba convencido de la culpabilidad de Dreyfus, por ello, el 15 de octubre de 1894, el general Mercier convocó al sospechoso con el fín de tomarle una prueba caligráfica para apresarle despues por alta traición.

Esperando refrendar la opinión de Du Patí, se recurrió a Gobert, un experto de la Banca de Francia con formación en grafología, pero su conclusión difería de la del comandante. Decepcionados por el resultado, recurririeron a Bertillon, el cual no tenía formación en la materia, y creó un enrrebesado método métrico por el que Dreyfus volvía a ser culpable.

Con posterioridad se recurrió a Chavaray, marchante de autógrafos, a Teyssonnieres, grabador, y a Peillat, redactor del ministerio de Bellas Artes. Los dos primeros mantuvieron contacto con Bertillon y se dejaron influir, motivo por el cual llegaron a la misma conclusión, aunque en sus respectivos estudios hubiera pequeñas diferencias con el objeto de aparentar independencia de criterios.

Por otra parte, a Peillat, no le pareció ético hablar sobre el asunto con Bertillon y optó por hacer un informe independiente en el que exculparía a Dreyfus de ser el autor del borderau.

El 19 de diciembre de ese año, se formaría el consejo de guerra encargado de juzgar a Alfred Dreyfus, cuya única prueba sería el ”bordereau”. El acto se celebrebraría a puerta cerrada, lo que movería a muchas especulaciones entre la prensa. Fue un proceso en el que se incurrio en numerosas irregularidades, entre las cuales está la entrega a los jueces de un expediente, que resultó determinante en las deliberaciones, y cuya existencia desconocía la defensa. Este expediente estaría preparado por el Estado Mayor con unas pruebas muy endebles en el que ni siquiera se menciona el nombre de Alfred Dreyfus; de hecho actualmente a uno de ellos se conoce porque figura la frase “el canalla de D”, detalle que los jueces relacionaron con la inicial de su apellido.

Como eje central del acto judicial, no podemos olvidar las estranbóticas declaraciónes de Bertillon.

El teniente coronel Picquart, antiguo instructor de Alfred Dreyfus, tenía entre sus atribuciones recabar la documentación robada a la embajada germana, por ello, tuvo la ocasión de constatar las filtraciones de información de la que sospechaba el general Mercier desde comienzos del año 1894; pero sus sospechas no señalaban a Dreyfus, sino, a Ferdinand Esterházy. En concreto el servicio de contraespionaje frances había interceptado una carta entre el oficial aleman Schwartzkoppen y el oficial francés Ferdinand Esterházy; dato que junto al expediente secreto exculpaba a Dreyfus, De modo que acudió al ministerio de la guerra donde se le proporcionó un par de escritos en los que Esterhazy solicitaba el traslado desde Ruan al Estado Mayor General de París. Ambos documentos le sirvieron a Picquart –sin preparación grafológica- para ver el extraordinario parecido entre las muestras gráficas.

Picquart creía en la idea de hacer justicia librando de la prisión al inocente y encerrando al culpable, y por el bien del ejército pensaba en cerrar el caso cuanto antes, pero ésta no era la opinión de sus mandos, pues para ellos, Dreyfus era una persona a la que se le podía arruinar la vida sin pagar las consecuencias, motivo por el que no se le hizo caso cuando pidió el auxilio de sus superiores. Su insistencia en la investigación comenzó a ser incómoda, experimentó el aislamiento por parte del resto de oficiales, y su superior le despojó de sus responsabilidades, lo que suponía la imposibilidad de acceder al expediente secreto, el cual ya había mostrado anteriormente, y que según las órdenes debió de ser destruido tras el consejo de guerra.

Picquart terminó siendo destinado a supervisar las guarniciones del este de Francia, de Argelia y de Túnez; mientras que Henry, el que fue su adjunto le relevaría en el cargo, situación que aprovechó para añadir documentación falsa entre los documentos robados a la embajada francesa; el más famoso de ellos es conocido como “el falso Henry”, carta elaborada con superposición de texto y firma escrita supuestamente por Panizzardi en la que aconsejaba negar cualquier contacto con Dreyfus.

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El único documento en el que se menciona el apellido Dreyfus era el llamado falso
Henry.

A su vuelta a Francia en 1897, Picquart fue acusado de estar a sueldo de un sindicato judío y de falsificar el telegrama de Schwartzkoppen a Esterházy, y por ello, sería posteriormente encarcelado.

El Estado Mayor había entrado en estado de sordera persistente y con tal de no reconocer el error, cerrarían filas en torno a Esterházy para protegerlo, pero al mismo tiempo, en 1898 fue incitado por la cúpula militar para comparecer ante un consejo militar. Pretendían atajar la polémica bajo una aparente colaboración con la justicia, aunque lo cierto es que para conseguir la absolución de éste, el juicio sería amañado y los expertos Couard, Varinard y Belhomme en ningún momento reconocerían la escritura de Esterházy.

Por otro lado, los esfuerzos de Mathieu Dreyfus, que llevaba tiempo trabajando para liberar a su hermano menor de la prisión, parecía que por fin daban sus frutos, pues su objetivo era captar a personalidades influyentes para reclamar la repetición del juicio. Algunas de las personas con las que se entrevistó fueron Sheurer, alsaciano de origen, vicepresidente del senado y director del periódico La República Francesa, el periodista Ernest Judet, y por supuesto Emile Zola, quien publicó el célebre “J ´accuse” el 13 de enero de 1898 en el periódico L’aurore, con cuyo director también contactó.

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Emile Zola fue condenado a una multa de tres mil francos y a un año de prisión, pero ésta fue desestimada por un defecto de forma. Zola se exilaría en Londres, y las apacibles aguas del mundo de la intelectualidad bajarían turbias. Entre los simpatizantes de Dreyfus se encontrarían a Emile Duclaux, director del Instituto Pasteur, Claude Monet, Pisarro o Clemenzeau (que llegaría a presidente de la república), mientras que entre los detractores veríamos a nombres como Degas o Cezanne.

El nuevo ministro de guerra era un declarado antirrevisionista, y creía en la culpabilidad de Dreyfus en base a una supuesta confesión, pero también era desconocedor de muchos detalles. Por ejemplo, no sabía que los documentos en los que se basaba la acusación no tenían una autoría clara y aunque reconoció que la parte de Dreyfus no dispuso de los documentos necesarios para llevar la defensa, la causa fue rechazada.

Habían pasado cinco años ya, y hacía tiempo que los incendiarios artículos habían traspasado el papel para instalarse en las calles; el desorden social y los disturbios eran habituales en París a cuenta del caso. Pero otro blanco que no resultaría ajeno a la presión de la prensa sería la Sala de lo Penal, que elaboraría un informe dando a conocer que el expediente secreto de Dreyfus estaba vacío, y también manifestaba el convencimiento de que la trama fue fraguada por Esterházy, por tanto desaparecida la causa contra Dreyfus, era inevitable que el Tribunal de Casación anulara el juicio de 1894.

El procedimiento se reabrió el 7 de agosto 1899 en Rennes, la presión era inmensa. El Estado Mayor declararía contra Dreyfus sin nuevas pruebas, Esterházy admitiría la autoría de la carta aunque su confesión se consideraría nula, el 14 de agosto, Labori, el abogado defensor sufriría una atentado quedando excluido de los debates durante más de una semana.

Hacía tiempo que el papel de la Justicia Francesa en este asunto traspasó el límite de lo ridículo, y para corroborarlo, el 9 de septiembre fue nuevamente declarado culpable “con circunstancias atenuantes” y condenado a cumplir diez años de prisión.

Un día más tarde, Alfred Dreyfus presenta recurso de apelación, por lo que el Estado optaría por concederle el indulto, medida a la que se acogería en contra de sus partidarios, lo que suponía recobrar la libertad y volver con su mujer e hijos de los que estuvo tantos años alejado, aunque técnicamente seguiría siendo culpable. El 17 de noviembre de 1899, el primer ministro proclamaría la ley de amnistía.

El cambio de gobierno tras las elecciones de 1902 trajo consigo la reapertura del caso bajo la supervisión del general André, nuevo ministro de guerra, quien vertió duras críticas contra Bertillón.

En 1906 el Tribunal de Casación con las cámaras reunidas daría carpetazo al caso anulando la sentencia de Rennes, así como los actos previos.

Aunque según el tribunal de casación nunca hubo pruebas suficientes para someter a Alfred Dreyfus ante un consejo de guerra, los cinco años en prisión condicionaron el resto de su carrera miliar, ya que reingresó en el ejército con rango de Jefe de escuadrón, y nunca pudo optar al grado de oficial general.

Por último, en 1907 se vio obligado a dejar el ejército, participo durante la I Guerra Mundial como oficial de reserva jefe en la retaguardia de París y acabaría su carrera militar como coronel.

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10
Nov
Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial Caligrafico, Alberto Repiso DiezMIENTRAS LLEGAMOS… APRENDEMOS

MIENTRAS LLEGAMOS… APRENDEMOS

Caligrafía, Documentos, Escrituras, Firmas, Historiacaligrafosmadrid.com

Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial Caligrafico, Alberto Repiso Diez

“Estamos en los 80s” o “estamos en el siglo XXI” Hemos repetido frases similares a éstas a lo largo de la historia con mezcla de orgullo e incredulidad. Sensaciones precedidas por la ingenua creencia de encontrarnos en el culmen del género humano, lo que equivale a un mundo feliz y seguro. Pero lo cierto, es que el ser humano -solo tras mucho trabajo- es capaz de elevar a la humanidad hasta límites insospechados, pero también puede sumirla en el mayor de los desastres en poco tiempo. Sólo tenemos que fijarnos en la rapidez con la que el mundo colapsó ante el COVID 19, y lo dificultoso que fue hallar una vacuna que suponga una garantía parcial.

EL progreso de las fuentes de conocimiento que han ido surgiendo desde el descubrimiento del fuego hasta nuestros días ha sido sobresaliente, pero siempre espoleado por una realidad apremiante, lo que hace de la historia humana un continuo ensayo error. Aun así, los descubrimientos continuarán sucediéndose porque nunca llegaremos al entendimiento pleno de lo que nos rodea.

Por otro lado, en un plano inferior a este tipo de conocimiento, se encuentra aquel que regula la vida de las personas, lo que nos lleva a la ciencia del derecho, que como obra humana es imperfecta, y como tal se ve superada constantemente por los acontecimientos. Por ello, en muchas ocasiones se recurre a saberes auxiliares, que sitúen los hechos dentro de un contexto ponderado por la justicia con el fin de ser calibrados; y en caso de ser probados, juzgados.

Entre esas fuentes de conocimiento encontramos la pericia caligráfica que, tuvo sus comienzos por el método más básico, el gramatomórfico: un sistema totalmente superado que tomaba la escritura como arte, o “escritura dibujada” a partir de la cual se procedía al cotejo superficial y formal de las grafías.

Pese a que hoy en día sabemos que el rasgo escritural puede ser alterado de manera consciente e inconsciente, el éxito y perdurabilidad de la metodología en cuestión, fue motivado por el analfabetismo predominante en la población, lo que reducía el espectro en aquellos que supieran leer y escribir.

No podemos obviar que durante la búsqueda de métodos más certeros, tuvieran lugar errores históricos mediante métodos, que considerados como troncales se mostrarían ineficaces. En el caso Dreyfus se cometió el fallo inicial de llevar a cabo una medición arbitraria de elementos gráficos, de modo que aunque la métrica hubiera sido aplicada correctamente, se podría dar por auténtico un manuscrito calcado por otra persona, o dictaminar autorías diferentes cuando en realidad las hizo la misma mano en condiciones diferentes.

 

Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial Caligrafico, Alberto Repiso Diez

Expectantes ante lo que nos depare el futuro, en la actualidad el método empleado es el grafonómico que consiste en el abandono de la visión de la escritura como arte para considerarla como un reflejo fisiológico y psicológico del individuo, implicando esto un estudio y cotejo tanto de la anatomía escritural como de gestos que pudieran pasar inadvertidos a los ojos de un lego en la materia. De hecho, si la persona es considerada como un ser dinámico en constante desarrollo, la escritura no puede ser analizada como un producto estático.

Independientemente de la materia que estemos estudiando, la magnitud de la misma o del tiempo que le empleemos, los ángulos ciegos de cualquier materia son innumerables. Un ejemplo de ello está en la isla de la Palma, caso en el que parafraseando a un honesto vulcanólogo “el volcán hace lo que quiere” o lo que es lo mismo, queda mucho trabajo para comprender lo que allí sucede. Por ello, aunque es necesario seguir avanzando, resulta insensato que nuestra razón pretenda abarcar el infinito espacio del conocimiento.

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8
Feb
desde-infierno3DESDE EL INFIERNO: LA CARTA

DESDE EL INFIERNO: LA CARTA

Documentos, Escrituras, Historiacaligrafosmadrid.com

 

El hecho de que después de casi 133 años, el caso de Jack el destripador nohaya sido resuelto, implica la enorme dificultad del caso, pero también habla del misticismo y la leyenda que ha ido creciendo alrededor del mismo. Por ello, obviando las teorías de la conspiración a las que se presta la serie de crímenes, lo más práctico será ceñirnos al análisis del manuscrito más representativo.

No se nos pasa por alto que fueron muchas las cartas firmadas por “Jack the ripper”,nombre que con ánimo sensacionalista utilizó la prensa para ilustrar la cadena de sucesos ante la opinión pública; por tanto es fácil deducir que estas fueron escritas con ánimo de llamar la atención y asustar. Por ello, son muchos los que tendemos a pensar que la que tiene visos de ser auténtica es aquella que no va firmada.

Independientemente de que la carta haya podido ser escrita realmente por el asesino, y en caso de ser así, que se trate de una autofalsificación; es necesario decir que hay pocos manuscritos tan reveladores en cuanto a la personalidad de su autor.

Aunque es cierto que al autor de una carta con un contenido semejante no se le puede pedir cierto grado de moralidad, en este personaje en concreto no se atisba un mínimo de humanidad, por tanto, sus actos no están causados por resentimiento o rencor -que también forman parte del abanico de sentimientos humanos-. De hecho, podemos dilucidar claramente que sus actos seven motivados por el enseñamiento.

Si fuera demostrable como da a entender el autor -que el texto hubiera sido manuscrito inmediatamente posterior a haberse comido un riñón de su última víctima, habría quien asociara su -escritura al estado de exaltación del momento, pero yo tiendo a pensar que esa forma deser no es el reflejo de un determinado momento, sino de toda una vida.

De hecho, aunque se trate de una persona inteligente,c apaz de desafiar a las autoridades mediante manuscritos, se aprecia que actúa sin mayor objetivo que saciar sus instintos violentos, casi de manera compulsiva. Por tanto, se trataría de una figura alejada del arquetipo del asesino frio y calculador.

No cabe duda que el hecho de que sus crímenes aparezcan en la portada de los periódicos, es algo que le debió de satisfacer, pues además de alimentar su enorme ego, daba rienda suelta su gusto por la violencia, aunque también esto refleja una personalidad controladora e inflexible.

En definitiva, sus instintos incontrolables tendentes al sadismo y al sexo, son aspectos que además de nublarle la mente, para él van asociados al gusto por someter a los demás.

Por otro lado, el aspecto de su escritura y sus expresiones, no pueden ocultar su capacidad observadora y precisión a la hora de obrar.

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26
Ene

DESDE EL INFIERNO

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Charles Allen Cross volvía como todas las noches a su trabajo de carretero, eran las 03:40 y aunque era el mes de agosto, se había cernido una espesa bruma sobre la solitaria Whitechapel; una bruma que hacía muy difusa la luz de gas de las farolas que alumbraban la calle. Charles fijó su mirada sobre el bulto situado bajo a una ventana, y a medida que se iba acercando a él, se recortaba la silueta de una mujer tumbada sobre la acera. Él y otro compañero que llegó posteriormente, inspeccionaron el cuerpo y llamaron al oficial de policía más cercano, pues no sabían si estaba ebria o muerta.

Las pesquisas de la policía dieron con la identidad del cadáver, se trataba de Mary Ann Nichols, que a posteriori pasaría a ser la primera víctima de los llamados “cinco canónigos”, nombre que se puso a los asesinatos atribuidos a Jack el destripador en 1888.

Las descripciones obtenidas por la policía –de testigos o víctimas que vivieron lo suficiente para contar lo padecido- siempre fueron demasiado vagas como para establecer un perfil, por tanto a día de hoy continúan las especulaciones hasta el punto de que cada vez que se escribe sobre el caso, el número de sospechosos se amplía.

La relación establecida con otros dos asesinatos ocurridos anteriormente, se desechó rápidamente, debido a que en aquellos no hubo degollamientos. Aún así la rumorología popular empezó a trabajar hasta el punto de implicar a todos los estratos de la sociedad:

El primer sospechoso recayó sobre el apodado “mandil de cuero”. Hay que tener en cuenta que Whitechapel era un barrio de los bajos fondos en el que además de proliferar la prostitución, abundaba la población inmigrante que solía trabajar en mataderos y curtiderías de la zona. Se trataba de un perfil que coincidía con la voluntad de las autoridades, pues no contemplaban la posibilidad de que un británico pudiera perpetrar tales atrocidades.

En este perfil encajaban Severin Klosowosky y Aaron Kosminsk: el primero, de origen polaco, fue peluquero de algunas de las víctimas y en ocasiones cobraba en favores sexuales, de hecho se encontraron restos biológicos suyos en la prenda de una de ellas. El segundo, judío polaco que emigró a Inglaterra huyendo de los progromos, fue acusado por un testimonio retirado posterormente.
Teniendo en cuenta el trabajo de la víctima y las condiciones de higiene de la época, los restos biológicos no resultan inculpatorios.

Por otro lado, también se concluyó que el asesino podía tener conocimientos anatómicos, por lo que se pensó en William Withey Gull, que además de médico personal de la Reina Victoria, era propietario de una clínica abortista en la que también se permitía cobrar en sexo.

Pero ¿y si Jack el destripador fuera ella? Se barajó la posibilidad de que la asesina fuera Elizabeth Williams, esposa de William Withey Gull, que conocedora de las relaciones que mantenía su marido con algunas de sus pacientes, podía albergar resentimiento hacia él, y frustración por no poder tener hijos.

Ambas teorías fueron desechadas debido a que se necesitaría una gran envergadura para cometer los crímenes: El doctor Gull era una persona mayor con una enfermedad degenerativa, mientras que su mujer no poseía la fuerza necesaria.

El sospechoso más reseñable en el mundo del arte fue Walter Sickert, un pintor incriminado por el hecho de basar sus obras en el personaje de Jack el destripador.

La familia real también resulto salpicada por los rumores. En este caso se trataba de Alberto Victor de Clarence, hijo de Eduardo VII, una persona que se mostraba excesiva en todas sus acciones: mujeriego, bebedor, y especialmente sanguinario en las cacerías a la hora de arrancar las vísceras a los animales, a lo que hay que añadir las descripciones que hablan del cochero y el carruaje que solía utilizar el criminal para abandonar el lugar de los hechos.

Para otros, el asesino es Frederick George Abberline, inspector de Scotland yard que dirigió las investigaciones. Su acusación se fundamenta en el cotejo de un diario del que se le atribuye la autoría, pero ésta no está clara cien por cien.

Por otro lado, es importante reseñar que éste es el primer asesino que desafía a las autoridades haciendo públicos una serie de escritos.

Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial Caligrafico, Alberto Repiso Diez

Se trata de un escrito sobre un papel de buena calidad, que se caracteriza por una grafía perfecta y expresiones refinadas, lo que sería un argumento para pensar que se trata de una persona de la alta sociedad -perfil próximo al príncipe Alberto Victor de Clarence- descartando los perfiles extranjeros, aunque, no quedarían claros los motivos por los que una figura pública de su posición cometería los crímenes.

También sería incomprensible que la serie de asesinatos los perpetrara el inspector de la policía metropolitana para hacer públicas cartas escritas por él.

Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial Caligrafico, Alberto Repiso Diez

Desde el aspecto visual, apreciamos que se trata de una escritura totalmente diferente, y su redacción está minada de faltas de ortografía y modismos muy marcados.

Si tuviéramos que sacar conclusiones a partir de este texto, serían totalmente opuestas a lo establecido en el manuscrito anterior, de hecho se podría decir que el autor del mismo se encontraba bajo un estado de exaltación y confusión.

El asesino nunca se autodenominó de ninguna manera, el nombre de Jack el destripador lo puso la prensa, por ello, de todas las cartas firmadas como tal, es factible pensar que el asesino escribiera esta la última misiva.

La otra hipótesis sería sustentado por los discordantes testimonios en los que se hablaría de diferente número de individuos, por tanto, también es posible pensar en una de las muchas sociedades que circulaban aquellos días por la ciudad; una sociedad que decidió ir un paso más allá.

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May
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